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Los Ángeles de los migrantes también tienen historia

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Lisandro es un joven nicaragüense que tiene un pequeño comercio en Managua, dedicado a las buenas causas, pero lejos estaba de saber que le tocaría ser un ángel como antes fueron con él.


Habían pasado 17 días desde que la Familia Perche salió de su nativo estado Zulia, las posibilidades de sobrevivencia habían disminuido tanto en aquel sitio que la familia de 8 personas tomó finalmente la decisión. Tenemos que irnos.

Maracaibo es la capital de Zulia, una ciudad orgullosa por la gaita, el petróleo y la Virgen “La Chinita”; una de sus canciones populares reza Madre mía, si el gobierno no ayuda al pueblo zuliano, tendréis que meter la mano y mandarlo pa’l infierno”. Resultó lo contrario, 6.8 millones de venezolanos les tocó vivir el infierno en las rutas migratorias hacia casi todas las ciudades del continente y la fuga no se detiene.

Los Perche

Pasaron 17 días después de cerrar la puerta de su casa y emprender el viaje, el 3 de agosto del año en curso estaban en Managua, es el cuarto país que han atravesado, sus recursos se acabaron hace rato, los más pequeños del grupo de ocho personas, estaban visiblemente disminuidos por el cansancio y cuadros virales, el rostro del abuelo era un poema de angustia y frustración, masajeaba las piernas de los chicos y les espantaba las moscas que se juntan por los desechos de comida del Mercado de Mayoreo de Managua. Sin dinero para buscar un lugar donde descansar, o comprar un analgésico para paliar los malestares; es el momento cuando tú dices: ¡Dios mío, ya no puedo más!

Dios aprieta, pero no ahorca.

Lisandro por su parte había hecho de joven el recorrido desde Nicaragua a Estados Unidos, conoce las dificultades y los peligros, después de varios años en el norte regresó con algunos ahorros para emprender en su país.  Tiene el plan de comenzar temprano las jornadas de atención y reparto de mercancía a sus clientes, recorre diferentes lugares de Managua, encomendado a Dios y con su auto cargado de productos de librerías.

El sábado 3 de agosto, cerca de las 7 de la mañana entró al Mercado del Mayoreo, el más grande la ciudad, y donde mucha gente suele acercarse a pasar las horas por la dinámica comercial o sentirse acompañados.

Sus visitas no son de mucho relacionamiento, las tareas espera terminarlas temprano, por lo que la prisa es una de sus principales constantes, sin que ello le impida estar consciente de su entorno.

En la vereda frente a un pequeño restaurant estaba “un abuelo y dos niños” que me con movieron dice.; pregunta al CPF, (Vigilante Privado) quienes son esas personas y este le comenta que los ha visto amanecer allí, “son panameños creo” menciona mientras se desentendió.

Lisandro imagina que pueden ser venezolanos, un país que se está vaciando en uno de los momentos más lamentables de su historia, la gente atraviesa caminando todo el continente buscando rehacer las vidas con la dignidad que otrora tuvieron.

Tiene que avanzar con sus entregas, pero no puede ser indiferente al sufrimiento, lo más urgente era alojamiento, medicina y comida, sacó de su billetera cuanto pudo y les dio, pero no conforme, le habló a su esposa e hija para buscar alguna forma de ayudar que fuese más útil que lo que ya había hecho; con ese equipo movilizaron las redes sociales, y el círculo de amigos de la familia respondió con solidaridad.

Familia Roque. Foto de cortesia
Familia Roque. Foto de cortesía

La frontera con Honduras está a unos 250 kilómetros de allí, la hija de Lisandro movilizada por su fraternidad se planteó llevarlos, pero las leyes por menos que eso imputan tráfico de personas. Los Perche siguieron su destino, un mes después le

hicieron saber lo doloroso que estaba siendo su paso por ciudad de México, el infierno del trayecto aún no termina y todos estamos expectantes y consternados.

El abandono de los migrantes es una constante en los gobiernos del mundo, si no fuese por personas y organizaciones de la sociedad civil, la crisis fuera realmente catastrófica. En el 2020 se hablaba de 284 millones de personas migrantes, pero con Afganistán, Ucrania y el torrente de Venezuela, Cuba, Nicaragua y Haití, varios países de África y el sudeste asiático, se puede calcular que pasa los 300 millones.

La ONU ha declarado que las personas desplazadas de su lugar de origen supera los 100 millones, Venezuela tiene el triste récord de tener la mayor población de migrantes forzados en el planeta, 6.8 millones de personas la colocan delante de Siria, y muy a la par de Ucrania, en estos los expulsores fueron las guerras, mientras que en Venezuela una cruenta convulsión política económica y social, ha destrozado el modo de vivir que tenían los venezolanos y lo ha convertido en uno de los países más sufridos y deplorables de la región.

Lisandro recuerda su viaje a EU. En México los traficantes de personas “coyotes” intentaron estafar a su familia, y el supone que le iban a hacer daño, quizás desaparecerlo como muchos centroamericanos que hacen esas rutas, pero a el entonces también le apareció su ángel, una señora le atendió, lo contuvo emocionalmente y le dio esperanzas.

La historia de Lisandro nos hace recordar la cadena de favores, esta vez a él le tocó ser el ángel y lo hizo muy bien.

Escuchemos a Lisandro

Por: José León Toro Mejías

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